lunes, 24 de agosto de 2009

Cambio de vida

Terminé de estudiar, al fin. Después de hablarlo mucho, decidimos con Mauro que yo me fuera a vivir a Mardel. ¡Qué lindo, ya no nos íbamos a despedir los domingos!

Mauro vivía con los padres, eran insoportables. La madre super absorbente y el padre un amargo total. Debí haber mirado esos dos engendros para darme cuenta que nada bueno podía salir de ahí.

Me enfermaba que cada vez que viajaba para ver a mi novio, teníamos que dormir en cuartos separados “reglas de la casa”. Yo pensaba “vieja de mierda, el nene tiene 28 años, dejalo vivir en paz”.

Por eso estaba tan contenta cuando encontré depto. Si bien no íbamos a vivir juntos podíamos dormir juntos, hacer el amor y gritar tranquilos.

El hermano de Mauro (o la rata, mejor dicho), era un tipo despreciable. Ganaba 20 lucas por mes y a él le pagaba 400 pesos. ¿Qué clase de hermano sos? Yo soy de la teoría que por la familia, todo. Si llego a ser empresaria alguna vez, lo pongo a Pablo a atender el teléfono por 10.000 por mes y sin dudarlo. Pero también con esa familia ¿qué querés? La rata con los viejos no se hablaban hacía 4 años por una pelotudez, que no viene al caso. Esa casa era egoísmo puro.

Yo, en mi afán de amar al estilo telenovela de Thalía, pensaba que si me iba a Mardel a vivir lo iba a salvar de toda esa mierda.

Conseguí laburo en un gimnasio, era recepcionista. El dueño era un baboso amigo de la Rata. Trabajé un mes ahí, el gordo inmundo del dueño nunca me pagó un centavo. (por algo era amigo de la Rata ¿no?).

Luego laburé en una farmacia. Los dueños eran amigos de Mauro, al principio estaba todo bien pero ellos eran pareja. Se peleaban todo el tiempo y eso me molestaba muchísimo porque yo quedaba en el medio.

Un día me asaltaron. Un hijo de puta entró a la farmacia y me encañonó. Por suerte, ese día, me llamaron de una obra social para trabajar. Era en blanco, buen sueldo pero contrato temporario. De todas maneras, lo agarré.

Con mi novio nos llevábamos muy bien. A veces mirábamos a las parejas amigas y pensábamos lo bien que estábamos nosotros. En ocasiones discutíamos por el desorden en el depto. Mauro era un poco obsesivo con eso porque la madre de mierda que tenía, estaba todo el día al pedo y se la pasaba limpiando. Lo retaba cuando no hacía la cama (si, lo retaba).

Yo había cambiado mucho. En Buenos Aires, cuando vivía sola, era un quilombo. Todo tirado, no parecía una mujer. En Mardel no era “la ley y el orden” pero había mejorado un 90 %. No es porque lo diga yo, mis amigas que fueron a visitarme lo notaron. Sin embargo para mi novio, nada era suficiente.

Perdón por el lenguaje de este post, pero me acuerdo y me saco, jajaja.

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