martes, 1 de septiembre de 2009

Sin iniciativa

Me enteré de lo peor. En la obra social no me renovaron el contrato. Eso fue como una patada en el estómago porque era el mejor trabajo que había tenido en La Feliz.

Me acuerdo que salí de la empresa, lo llamé a Mauro y le conté. Él estaba ocupado así que me mando un texto que decía “Mi amor, no te preocupes. Vamos a ver como salimos de ésta. Te amo”. Me sentí segura y contenida a pesar de su ausencia. Mis amigas marplantenses habían emigrado a España por un tiempo a trabajar así que estaba sola y mis chicas de toda la vida estaban, en su mayoría, en Capital.

Tiré un par de C.V sin éxito. Mauro empezó a presionarme como si me mantuviera, que llame, que insista. Lo que él no sabía es que yo no funciono bajo presión, eso hacía que me tire para atrás.

Una tarde me llamó cinco veces en una hora para ver que estaba haciendo. La quinta vez le dije que estaba en la misma posición que cuando me había llamado las cuatro veces anteriores.

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