domingo, 6 de septiembre de 2009

Explicaciones van, explicaciones vienen

El lunes, Piru estaba fuera de Mardel. Me conecté en el Messenger y me saludó. Por mi parte le conté de mis intenciones de verlo el fin de semana pero que no lo había querido poner en situación.

Me respondió que era una tonta, que había estado muy al pedo y que podía haber pasado por casa.

También me aclaró que todo el tiempo que estuvo sin hablarme había sido por respeto a Mauro, Yo le expliqué que a mi no me gustó la determinación de su amigo pero que, en el momento, no me quedó más opción que responder a su ultimátum.

Con el correr de los días, habíamos entrado en confianza de nuevo. Nos habíamos pasado los números de celular otra vez y hablábamos por teléfono. Sentía que el tiempo había retrocedido tres años, estaba super feliz.

Entre las cosas que me contó fue que a él le había dolido mucho verme con Mauro, que yo no me daba idea de cuánto. Hasta que me hizo la pregunta más temida ¿Vos volverías a estar conmigo?, les juro que no me daban las manos para escribir en el teclado.

Le contesté que si yo pensaba en lo bien que la habíamos pasado juntos, la respuesta era un si rotundo. Pero le aclaré que me daba miedo perderlo de nuevo.

Él me contó que había consultado la situación con unos amigos que eran del lugar donde estaba viviendo (o sea que a Mauro no lo conocían).

Fue muy gracioso porque me dijo “los chicos me dijeron está con la mina, total… tu amigo te la robó primero”.

En ese instante, analicé la simplicidad del pensamiento masculino. Yo meditaba en los pros, contras y consecuencias de volver a estar con Piru. Ellos la arreglaron así de fácil.

En conclusión, dijimos que cuando llegue el momento de vernos, íbamos a decidirlo.

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