martes, 1 de septiembre de 2009

Las salvadoras

Había tomado una decisión. Me iba a quedar en Mardel a pesar de todo. No quería volverme al pueblo, ahí no había salida.

Compraba el diario todos los días y no salía nada. Mi papá y mi hermano me presionaban para que vuelva, y era lógico, no tenía trabajo, ni novio ni amigos, sumado a que era un gastadero de plata.

Contacté a mi amiga que se había ido a España por mail y le pedí el teléfono de otra que estaba en La Feliz para salir. No la conocía mucho, sólo había salido una vez con ella y su grupo.

Nadia me atendió y me contó los planes para la noche. Fui, dentro de todo, me divertí.

A partir de ese momento, cuatro personas, prácticamente desconocidas, se habían convertido en lo más importante de Mar del Plata para mí. Me escucharon, me consolaron. En esos días tenía sentimientos encontrados. Odiaba a Mauro por haber terminado la relación por boludeces y, además, por haberlo hecho en el peor momento de mi vida, sola, sin trabajo, sin nada. Por otro lo extrañaba. Mi cama era gigantesca.

Tenía a las chicas y ellas me ayudaron en todo. Salimos mucho de noche, tomamos y nos divertimos. Siempre las voy a llevar en mi corazón. Éste post es para ustedes.

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